El 19 de agosto se celebra en el mundo el Día Internacional de la Fotografía; que mejor excusa para homenajear a Orlando Fals Borda, quien retrató de manera magistral la vida campesina de mediados del siglo XX, no solo con su lente, sino con sus detalladas descripciones.
Aquí una pequeña selección de fotos tomadas por el destacado sociólogo, así como algunos pasajes de su obra “Campesinos de los Andes”, donde narra, con lujo de detalles, como vivían, trabajaban y se relacionaban los habitantes de la vereda el Saucío, en el municipio de Chocontá, en Cundinamarca.
Gracias a las fotografías que el profesor Fals Borda tomó en los años cincuenta y sesenta, hoy podemos tener una imagen concreta de lo que significaba ser campesino el siglo pasado. Se trata de un retrato que no ha variado mucho en seis décadas, puesto que muchos de los problemas expuestos por el sociólogo en aquella época persisten en nuestros días.
Su valor también consiste en que la vida del campo era poco explorada y relatada por la academia y mucho menos por las instituciones del Estado, y fue Fals Borda quien fijó su mirada en este espacio, donde se explica el porqué del histórico atraso social, cultural y económico de la sociedad colombiana.
“La violencia en Colombia como fenómeno político se inició en el campo, fue un enfrentamiento entre campesinos inducido desde arriba, impulsado por los políticos, por el propio presidente Ospina Pérez, o el ministro de gobierno José Antonio Montalvo, luego el presidente Laureano Gómez, horribles figuras de la historia colombiana, porque a ellos se les debe mucho de lo ocurrido después, porque la consigna que sembró Montalvo desde el Congreso era combatir ‘a sangre y fuego’, esa fue la orden que le dio a los conservadores para combatir a los liberales”, describe Normando José Suárez Fernández, profesor de la UNAL y estudioso de Fals Borda.
El Archivo Orlando Fals Borda, custodiado por la Universidad Nacional de Colombia, es clave para entender como el carácter conservador, individualista, desconfiado y de ignorancia en el que vivían los campesinos fue la leña que encendieron las élites políticas y económicas del país para perpetuar la violencia y aprovecharse de esta para conservar sus intereses.