Documentos que cuentan historias/
Cuando se fundó la Universidad Nacional de Colombia en 1867 algunas de sus dependencias ya tenían ciertos años de existencia. Es el caso de la actual Facultad de Ingeniería, que tuvo sus antecedentes en 1861, cuando el general Tomás Cipriano de Mosquera decretó la creación del Colegio Militar y la Escuela Politécnica.
Mosquera, quien fue cuatro veces presidente, es reconocido en la historia colombiana como uno de los líderes políticos del siglo XIX más interesados en impulsar el desarrollo técnico y científico nacional, así como por impulsar el conocimiento de la geografía y la organización del Estado desde sus aspectos más básicos.
De ahí que en su tercer mandato, que empezó de facto en 1861 (pero se hizo oficial en 1864), una de sus primeras acciones fue instaurar el Colegio Militar y la Escuela Politécnica, replicando la experiencia de naciones como Francia, donde este tipo de instituciones fueron diseñadas para formar ingenieros que pudieran prestar sus servicios en las campañas militares.
Según el destacado historiador Alberto Mayor Mora, en un artículo para la revista científica “General José María Córdova” (1), a partir de la revisión documental se puede evidenciar que, de hecho, la actual Facultad de Ingeniería tuvo cuatro fundaciones hasta que quedara incorporada definitivamente a la UNAL.
Estas fueron: la de 1861, con el Colegio Militar y Escuela Politécnica; la de enero de 1867 con la fusión de estos con el Instituto de Artes y Ciencias; la de septiembre de 1867 con la fundación de la Universidad Nacional, y la de enero de 1868 con el inicio efectivo de la Escuela de Ingeniería dentro de la Universidad Nacional de Colombia.
En la investigación realizada por el profesor Mayor Mora, de la sede Medellín, se describe las materias que tuvieron que recibir los alumnos:
“Para obtener el título de ingeniero civil basta haber estudiado con aprovechamiento las materias del número 1 y asistido puntualmente a la clase común mencionada en el número 6º y a las prácticas de que habla el número 7…
1. Aritmética, algebra, geometría especulativa y práctica, trigonometría rectilínea y esférica; geometría analítica, secciones cónicas tratadas analítica y sintéticamente; geometría descriptiva y sus aplicaciones a las sombras, a la perspectiva, a la maquinaria y al corte de piedras; cálculos diferencial e integral; física elemental y experimental; química elemental y analítica; mecánica y maquinaria; cosmografía, arquitectura civil, caminos, puentes y calzadas…
2. Una clase común y permanente de dibujo lineal, trazado y lavado de planos, mapas, cartas geográficas y diseños militares y resoluciones gráficas de problemas geométricos, de fortificaciones y artillería…
3. Prácticas sobre el terreno; ejercicios militares y gimnásticos, esgrima, tiro de pistola, equitación y natación”. (Decreto de 24 de agosto de 1861).
Es posible que hacía 1887 estos requisitos no hubieran cambiado mucho a la hora de graduar a los nuevos ingenieros y que los estudiantes listados en este documento patrimonial, fechado en mayo de ese año, hayan tenido que cumplirlos a cabalidad. Entre ellos estaba Julio Garavito Armero, quien décadas más tarde se convertiría en uno de los más destacados ingenieros y científicos colombianos egresados de nuestra Institución.
Las personas que deseen conocer la evolución de la ingeniería en el país y quiénes fueron sus protagonistas inevitablemente tendrán que visitar los archivos históricos de la UNAL, donde historiadores como el profesor Alberto Mayor Mora han encontrado datos maravillosos.
Recursos documentales
– Tomás Cipriano de Mosquera (Perfil Banco de la República).
– https://ingenieria.bogota.unal.edu.co/es/facultad/historia.html