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En los albores del hoy Conservatorio Nacional de Música UNAL

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En los albores del hoy Conservatorio Nacional de Música UNAL

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En la segunda mitad del siglo XIX la llamada “música culta” vivió un auge extraordinario en Colombia con la inauguración de la Academia Nacional de Música en febrero de 1882. Casi 130 años después su legado sigue vivo en la UNAL.

Para la puesta en marcha de la Academia confluyeron grandes personajes de la época que tenían un vínculo especial con la movida cultural del país. Por un lado estaba Jorge W. Price, quien tuvo la idea de continuar con el legado de su padre, el músico y pintor inglés Henry Price, quien por su matrimonio con la bogotana Elisa Castello llegó a Colombia en la década de los 40 del siglo XIX.

Price padre fue uno los pioneros en impulsar de manera permanente el conocimiento de la música clásica europea en la entonces Nueva Granada. En Bogotá, fundó la Sociedad Filarmónica y una escuela de música en la cual enseñó, dirigió una orquesta y compuso. También es recordado porque se interesó en capturar con sus pinceles la geografía colombiana (por ejemplo las riberas del río Magdalena) y por haber sido parte de la Comisión Corográfica.

Con el propósito de conservar el aporte cultural de su padre, Jorge W. Price, junto a un grupo de destacados personajes ligados a la cultura nacional, le propusieron al gobierno de la época constituir la Academia Nacional de Música. Contaron con suerte, puesto que el presidente era Rafael Núñez, uno de los intelectuales más prolíferos que tuvo el país y quien estuvo dispuesto a apoyar propuestas que acercaran al país al nivel cultural de las naciones europeas.

Fue así que se estableció el Decreto 68 de 1882, en el cual el presidente Núñez dio vía libre a la creación de una academia de corte europeo en su conformación. Entre otras acciones, se determinó que esta tendría una subvención del estado de 1.200 pesos anuales de la época y que tendría un espacio para sus labores en el antiguo y hoy desaparecido Convento Santo Domingo.

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En contraprestación, la Academia “quedaba obligada a dar las enseñanzas correspondientes al mayor número posible de alumnos, y a preparar y ejecutar en cada año, por lo menos dos conciertos públicos, cuyas utilidades una vez cubiertos los gastos más indispensables, se distribuirá así: 20 por 100 para fondos de la Academia; 80 por 100 para los establecimientos de beneficencia de esta ciudad (Bogotá)”.

De esta manera comenzó en el país una larga tradición de promoción de la música de conservatorio. De hecho, esta Academia de alguna manera fue el origen del actual Himno Nacional, debido a que uno de sus fundadores y primeros profesores fue el italiano Oreste Sindici, quien, por encargo, retomó un poema escrito por el presidente Rafael Núñez y lo musicalizó.

El objetivo era crear una canción que acompañara las celebraciones por la independencia de Cartagena de Indias. La canción se popularizó rápidamente como una exaltación a la patria, hasta convertirse en 1920 en el Himno oficial de la República de Colombia.

La Academia, aparte de influir en la musicalización de este símbolo patrio, influyó en la constitución de otras academias de música a lo largo del territorio nacional, como en Ibagué, Santa Marta, Tunja, Medellín y Cartagena; algunas de estas dirigidas por exalumnos de la Academia Nacional de Música.

Ya en la primera década del siglo XX, y luego de algunos cierres por las crisis sociales del país, la academia regresó transformada en el Conservatorio Nacional de Música, que en 1936 se incorporaría a la Universidad Nacional de Colombia, cuando inicia otra extraordinaria historia para la música de conservatorio en el país.

 

Recursos documentales de este artículo:

http://aulavirtual.ofb.gov.co/nota/escuelas-de-musica/

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6375930

https://biblat.unam.mx/hevila/Elartista/2014/no11/16.pdf

https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-7649848