Reconstruir la historia fiscal de la Nueva Granada del siglo XVIII parece una tarea monumental, y en efecto lo es, pero todo se facilita cuando existen archivos antiguos bien custodiados y organizados. Eso lo sabe bien el profesor José Joaquín Pinto Bernal.
Con un equipo de colegas, el profesor Pinto se propuso reconstruir cómo era la recaudación de impuestos en el siglo XVIII, en aspectos como los egresos, los gastos y la recopilación de información. En este proceso cada documento era importante, desde un simple recibo de una compra, hasta los libros contables mayores.
“Cada documento efectivamente cuenta una historia. Por ejemplo, en mi campo de investigación mi fuente primordial son los archivos contables, para así comprender la complejidad fiscal del siglo XIX; para ello debo contar con todos los insumos posibles, desde el informe final de una cuenta general, hasta un estado de gastos y egresos e incluso el pago de un emolumento a un funcionario o de unas raciones para un soldado. Así es que se puede comprender la lógica de cómo era el manejo de la información y qué propósitos se buscaban”, asegura el historiador.
En su indagación, el profesor Pinto entendió las dificultades a las que se enfrenta un investigador cuando no existe una unidad documental en un archivo, como ha sido común en América Latina desde inicios del siglo XX. En la reconstrucción de la fiscalidad del siglo XVIII en la Nueva Granada halló documentos de la época, pero estaban dispersos en varios fondos.
“Con varios colegas empezamos a encontrar que en 1793 los funcionarios de la Caja Real de Santafé construían unos cuadros de los ingresos y los gastos de la tesorería que recaudaba los impuestos y que hacía los pagos, pero no sabíamos porque habían empezado a construirlos”, recuerda el profesor Pinto.
Luego de examinarlos detenidamente, se dieron cuenta que los mismos cuadros tenían las pistas, debido a que en el encabezado se decía que estaban construidos a partir de la Real orden del 5 de junio de 1793. De inmediato la tarea fue buscar el documento, el cual fue encontrado después de una exhaustiva búsqueda en el Fondo “Real hacienda cartas”, del Archivo General de la Nación.
No obstante, esa Real orden no aclaraba algunos aspectos y remitía a otra, emitida en 1783, que apareció en el mismo fondo. En esta última se le pedía al Virrey que hiciera los cuadros, pero al consultar documentos de otro fondo se halló un expediente donde se decía cómo era el proceso para que el Virrey pudiera ordenarles a todos los contadores del virreinato cómo hacer los cuadros; como resultado, mandaron a elaborar tres manuales, uno para la Audiencia de Quito, otro para la de Santafé y uno general para el virreinato.
Los dos primeros fueron encontrados en el Archivo General de la Nación, pero no el tercero. Luego de seguir las pistas el profesor Pinto halló el tercer manual en el Archivo General de Indias de la ciudad de Sevilla, en España.
“Con todo el esquema, desde el papel más general hasta el más nutrido, logré componer un artículo que salió publicado en la revista “América Latina en la historia económica”, un ejercicio académico que ejemplifica la importancia que tienen todos los documentos; en este caso, desde un pequeño manual, un cuadro de cuentas o una Real orden; todos son vitales para la construcción de un proceso de memoria”, señala el doctor en historia.
En ese sentido, el concurso que organiza la Secretaría General y la Oficina Nacional de Gestión y Patrimonio Documental de la UNAL tiene como propósito recordarle a la comunidad universitaria, en especial a los encargados de la gestión diaria de los documentos, que todos somos pasajeros y que la conservación de la memoria institucional depende de la adecuada y oportuna organización de los archivos.
“Si las instituciones no tienen archivos organizados, se paralizan, no tienen alma y deben reiniciarse muchas veces”, enfatiza el profesor Pinto.