Documentos que cuentan historias/
Durante los años cuarenta la Universidad Nacional de Colombia era uno de los principales referentes académicos en las áreas de veterinaria y agricultura. La puesta en marcha de nuevas dependencias y programas académicos elevó la calidad de la investigación de estas disciplinas en la Institución.
Por un lado, por encargo del gobierno liberal de Alfonso López Pumarejo, en 1937 la Universidad se hizo cargo del Instituto Agrícola, entidad desde donde se desarrollaban diversos programas de alcance nacional. Esto dio pie para que la Universidad decidiera, en 1938, mediante el acuerdo 113, establecer la Facultad Nacional de Agronomía, debido a la necesidad de formar personas en temas relacionados con el agro.
Por otro lado, en 1940, la antigua escuela de veterinaria fue elevada a la categoría de Facultad de Medicina Veterinaria. De acuerdo con la Revista de Medicina Veterinaria, en el artículo “La conmemoración de un centenario en la medicina veterinaria colombiana”, la divulgación y promoción de la nueva facultad se realizaba mediante avisos en la revista institucional o en la prensa, y también en boletines.
En el artículo se describe que, en las divulgaciones para dar a conocer la facultad, se hacía hincapié en la gratuidad de la educación y en la pertinencia del programa curricular a las necesidades de la ganadería colombiana, formando profesionales con las siguientes modalidades:
1) Veterinarios que se dedican al ejercicio privado de la profesión, con formación y conocimientos suficientes en cirugía, patología y ganadería.
2) Veterinarios nacionales que trabajaban en enfermedades infecciosas parasitarias.
3) Veterinarios nacionales que trabajaban en granjas y estaciones experimentales en zootecnia.
4) Veterinarios higienistas e inspectores de alimentos que trabajaban en los municipios en funciones de salud pública.
Para la década de los años cuarenta, durante los gobiernos liberales, existió un amplio interés por desarrollar el campo colombiano a través de la formación de profesionales que llevaran nuevos conceptos y nuevas formas de hacer las cosas, esto acompañado de reformas agrarias que permitieran hacerlo más productivo y equitativo. Esto llamó la atención de diversos organismos y gobiernos extranjeros que querían conocer cómo se estaba trabajando en Colombia.
Prueba de lo anterior es esta comunicación oficial enviada por la cancillería colombiana a la Universidad Nacional de Colombia, el 16 de mayo de 1946, donde se indica el interés del Gobierno Español por conocer los programas académicos y las instituciones oficiales dedicados a los temas de veterinaria y agricultura (Archivo Gerardo Molina – Archivo Central e Histórico, sede Bogotá).
Si bien, desde la academia y el Estado se estaban dando las condiciones para priorizar el campo como fuente de desarrollo nacional, desde los partidos políticos y las élites conservadoras se miraba con escepticismo esa idea, en parte, porque a la par de la capacitación para el campo, se empezaba a hablar de temas como el acceso a la tierra y su adecuado aprovechamiento, algo que los terratenientes veían con temor.
En efecto, con el arribo, de nuevo, de los gobiernos conservadores la meta de modernizar el campo quedó como otro proyecto postergado (incluso hoy). No obstante, instituciones como la Universidad Nacional de Colombia siguieron siendo baluartes del conocimiento sobre el campo, formando miles de profesionales en esas disciplinas, que han dejado huella en diversos territorios del país hasta el día de hoy.
– http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0122-93542020000200007
– http://www.cienciasagrarias.bogota.unal.edu.co/historia
(22/06/2021/Textos: Carlos Andrey Patiño Guzmán/Diseño: Christian C. Rojas).