Documentos que cuentan historias/
El actual Parque Nacional Natural (PNN) Sierra de la Macarena es ejemplo de la influencia positiva que puede lograr la academia en los gobiernos. Hace siete décadas dos egresados y profesores de la UNAL influyeron decisivamente para que esta joya biológica fuera protegida.
Se trata de Jorge Bejarano (1888 – 1966) y Santiago Rengifo Salcedo (1913 – 1965). Los dos nacieron en Buga (Valle del Cauca) y estudiaron Medicina en la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá; ambos se destacaron por sus prolíferas carreras profesionales y por una preocupación central: el desarrollo de la ciencia en el país.
El profesor Bejarano, quien se tituló como médico cirujano, ocupó varios cargos públicos de importancia, entre otros, concejal de Bogotá, representante a la Cámara por Cundinamarca, director nacional de salubridad y fue el primero en ocupar el cargo de ministro de higiene.
Fue en este último cargo donde coincidió con uno de los pioneros en explorar e investigar la Sierra de la Macarena, el profesor Santiago Rengifo, quien era el director de la División de enfermedades comunicables del Ministerio de Higiene.
Ambos, como funcionarios públicos, aprovecharon el momento para mostrarle al gobierno de turno y a la sociedad en general la importancia estratégica y ambiental de ese trozo de tierra al sur de la entonces Intendencia del Meta. Para ese momento, además, en la región se había detectado un foco de fiebre amarilla selvática en monos aulladores (una variante de la cepa tradicional), lo que sirvió para llamar la atención de las autoridades, ante el temor de una posible propagación.
La Ley
Para justificar la creación de la Ley 52 del 24 de noviembre de 1948, por la cual se estableció la Reserva Nacional La Macarena –la primera de su tipo en el país (hoy PNN) – y la Estación Biológica “José Jerónimo Triana”, el profesor Bejarano explicó a los dirigentes de la época que esa región era única en el mundo por sus condiciones geográficas y biológicas.
Por una parte, les dijo que era un territorio que reunía tres sistemas ecológicos: el de la Orinoquía, la Amazonía y la Cordillera de los Andes. Por otra, que era una región inhabitada con una diversidad de plantas y animales muy diferente a la del resto del país.
Por eso motivo, Bejarano sustentó, apoyado en las referencias científicas del profesor Rengifo, que la Macarena debía ser estudiada por sus excepcionalidades en cuanto a su fauna y flora intertropicales, las cuales debían ser protegidas de la deforestación y las intenciones de diversas industrias que querían encontrar petróleo en la zona; estas, de hecho, en la década de los cuarenta ya habían explorado el sur del Meta para encontrar el ‘oro negro’.
Hoy, la Macarena es uno de los Parques Naturales Nacionales más reconocidos del país y el mundo por sus características únicas. Incluso, a la fecha, sigue siendo un laboratorio vivo para cientos de investigadores nacionales y extranjeros que hasta hace poco han podido ingresar a la zona tras los acuerdos de Paz. Este parque es, además, el que abrió el camino para que otros territorios fueran protegidos por el Estado colombiano.
Una parte de la historia de esta reserva se puede encontrar en el “Archivo Federico Medem”, que custodia la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá. Allí se hallan cientos de documentos que relatan los valiosos logros alcanzados en el país para proteger zonas de gran riqueza biológica, como la Macarena.
Apoyo documental
– http://www.accefyn.com/sp/academicos/Silla_33_Jorge_Bejarano.htm
(14/04/2021/Textos: Carlos Andrey Patiño G./Diseño: Christian C. Rojas).