diversos bienes educativos ubicados en la capital. En una carta dirigida al
presidente de la República, la Asamblea Constituyente del Estado de Cundinamarca solicita al
gobierno nacional una pronta resolución al asunto que involucra el traspaso de bienes de enseñanza
pública. “Que el edificio de las Aulas y el observatorio, con la Biblioteca, el Museo, los Gabinetes
de historia natural y todo lo demás que ha pertenecido a la universidad y al Colegio Nacional de
Bogotá, quede a disposición de esta Asamblea”.
En otra instancia, el 14 de mayo de 1879, en una carta dirigida al rector de
la Universidad
Nacional, Constantino Tejeiro expresa su gran descontento, ya que afirma que un alumno, después de
un año de estudios en dicha universidad, se corrompió, adquirió malas costumbres y vicios. Le echa
la culpa a la institución y utiliza palabras severas para describir la problemática y adjetivar a la
universidad.
En este conjunto documental también se encuentra un documento donde los alumnos de la clase de
Botánica de la Universidad Central, junto con su catedrático Juan Céspedes, desarrollan en seis
puntos las proposiciones que defenderian en un certamen público que se llevaría a cabo en la tarde
del 16 de junio. “La botánica es una fuen-
te de gozo para el observador”, resaltan la importancia del estudio de la taxonomía y la
clasificación de plantas, el uso de injertos para la reproducción vegetal, entre otros
temas.
Sin duda, esta documentación nos proporciona un breve bosquejo de las
vicisitudes de la educación decimonónica en nuestro país. Estas cartas, comunicados e informes nos
permiten acercarnos a las preocupaciones de los colombianos y granadinos con respecto a la
educación. El apretado horario de Pedro Herrera para dictar sus clases, el descontento de
Constantino Tejeiro con la Universidad Nacional por no educar “jóvenes de bien”, el litigio de
bienes educativos entre el gobierno estatal de Cundinamarca y el gobierno nacional, son solo algunas
de las situaciones descritas en estos folios que sin duda vale la pena leer.
Laura Sánchez Alvarado
Subdirectora
Gestión del Patrimonio Documental (E)
Archivo General de la Nación